lunes, 29 de marzo de 2010

Creencias Romanas


Dioses Romanos - Panteísmo Primitivo

Los dioses romanos se originaron en el antiguo "pueblo" de Roma con las deidades sin cara y sin forma que ayudaban a los agricultores en sus trabajos de la tierra. El gran número de dioses romanos puede muy posiblemente ser explicado por la creencia panteísta de "numen," la cual sostiene que dioses y espíritus habitan en lugares, objetos, y seres vivientes. Los primeros romanos creían que todo en la naturaleza estaba habitado por numina.

Aunque los primeros romanos le daban poca importancia a las personalidades de sus dioses, sí estaban interesados en sus funciones. Los primeros romanos integraron la adoración de dioses en todos los aspectos de sus vidas personales y públicas. Nada muestra mejor la extensión de esta adoración diaria como el culto de Dii Familiares en el hogar. En este sistema, cada familia tenía un espíritu guardián conocido como el Lares Familiares. Este espíritu era honrado en todas las actividades de la familia, incluyendo con sacrificios durante funerales. La fuerza creativa que engendra a un individuo y le permite crecer, aprender y comportarse moralmente era conocida como el Genio, para los hombres, y la Luna, para las mujeres. Este espíritu permanecía con el individuo hasta la muerte. La adoración de dioses romanos en Dii Familiares llegó hasta asignar un espíritu protector a diferentes áreas de la casa. Por ejemplo: Fórculo protege la puerta, Limentino, el umbral, Cardea las bisagras, y Vesta la chimenea.

Dioses Romanos - Posterior Expansión
Los dioses romanos comenzaron a tomar las formas que reconocemos hoy, durante la dinastía de los reyes etruscos que gobernaron la ciudad de Roma en el siglo VI a.C. Durante este periodo, los romanos adaptaron un grupo de tres dioses
etruscos como el foco de adoración del estado. Estos dioses eran adorados en el gran templo sobre la Colina Capitolina, y, por esto, vinieron a ser conocidos como la tríada Capitolina. La tríada consistía de Júpiter (Zeus), Juno (Heras), y Minerva (Atenea). Una vez que finalizó el gobierno de la dinastía etrusca en el 509 a.C., Roma se convirtió en una república. La República Romana estaba gobernada por dos magistrados, cada uno era elegido por un periodo de un año. Durante este periodo, el templo Capitolino se convirtió en el foco de la adoración pública.

Cuando el poder de Roma creció y su esfe
ra de influencia se expandió, el Imperio Romano encontró las más antiguas y más ricas creencias religiosas de los griegos. Los romanos entraron en contacto también con las creencias de otras culturas del Mar Mediterráneo oriental. Como resultado, los romanos empezaron a adoptar variados dioses extranjeros y costumbres religiosas. En muchos casos, se les dieron templos en Roma a dioses y héroes de culturas extranjeras. La aceptación de dioses griegos tuvo la influencia mayor en la religión romana. Los primeros dioses griegos adoptados por los romanos fueron Cástor y Polideuco en el 484 a.C. Más tarde, en el siglo V a.C., fue introducido el dios griego Apolo. Apolo eventualmente simbolizaría la virtud y austeridad romana. Otros dioses romanos que tomaron características griegas incluían a Diana (Artemis), Mercurio (Hermes), Neptuno (Poseidón), Venus (Afrodita), y Vulcano (Hefesto)

A medida que Roma continuó expandiendo su influencia política y geográfica, continuó asimilando una más amplia variedad de creencias religiosas y costumbres. En algunos casos, la asimilación de un dios extranjero se hacía para llenar un rol particular en la expansión de Roma. Este fue el caso de la diosa Cibeles, cuya adoración fue el resultado directo de la amenaza que Aníbal representaba para Roma. Aún cuando Aníbal fue derrotado eventualmente, la adoración de Cibeles continuó. Los romanos también comenzaron a asimilar la creencia en dioses salvadores de las llamadas religiones "misteriosas." Una de ellas fue la religión persa del Mitraísmo. El dios persa Mitra (dios de la luz y de la sabiduría) ofrecía la salvación mediante la creencia en un alma inmortal. Estas religiones se hicieron populares porque ofrecían un sentido mayor de comunidad que el panteísmo estricto.

Dioses Romanos - Emperadores Divinos
La naturaleza de los dioses romanos se expandió de nuevo cuando el Imperio Romano entró en contacto con la creencia de reinado divino. Al principio, los romanos rechazaron la idea de que un gobernante humano debía ser adorado como un dios. En el 44 a.C., Julio César permitió una estatua suya con la inscripción: "El dios no
vencido," y se proclamó a sí mismo dictador vitalicio. Ese mismo año, Julio César fue asesinado por ciudadanos que querían ver a Roma regresar a sus ideas republicanas anteriores. El heredero de César, Octavio (Augusto), se proclamó el primer emperador de Roma. Sin embargo, evadió cualquier afirmación de divinidad. De hecho, la idea de que el emperador era divino fue ridiculizada durante gran parte del primer siglo d.C.

Sin embargo, cuando el gobierno del Imperio Romano se hizo más autocrático y le dio a los gobernantes poder casi ilimitado, los emperadores eventualmente aceptaron honores divinos. Esta creencia en la divina autoridad del emperador eventualmente condujo al requerimiento de un sacrificio al emperador, como señal de lealtad
. El requerimiento de sacrificio al emperador se convirtió en una fuente significativa de conflicto con los primeros cristianos. Los cristianos rehusaron adorar al emperador como a un dios, y por lo tanto, no le ofrecían sacrificios. Esto llevó a la persecución de los cristianos por parte de las autoridades políticas romanas que hacían cumplir la práctica. El periodo de adoración de emperadores romanos como dioses continuó hasta el siglo IV d.C., cuando el emperador Constantino el Grande se convirtió en el primer emperador romano que se convirtió al cristianismo. En el 392 d.C., el emperador Teodosio prohibió definitivamente la práctica de religiones paganas en Roma. Tomado de.... Foto tomada de Flickr de Ramiro Sanchez

jueves, 25 de marzo de 2010

25 de Marzo, Día de la Alegría

El día del Año Nuevo.
La fiesta de Año Nuevo más antigua que se ha registrado se celebraba en la ciudad de Babilonia, cuyas ruinas se alzan cerca de la moderna ciudad de Al-Illah, en Irak. Se situaba a fines de marzo, en el equinoccio vernal o de primavera, esto es, al comenzar esta estación, y los actos festivos duraban once días. Los festejos modernos palidecen si se comparan con ellos. Los iniciaba un sumo sacerdote que, habiéndose levantando dos horas antes del alba y tras bañarse en las aguas sagradas del Éufrates, ofrecía un himno al dios local de la agricultura, Marduk, orando para pedir un nuevo ciclo de cosechas abundantes. Se pasaba la grupa de un carnero decapitado por los muros del templo, a fin de absorber todo contagio que pudiera infestar el sagrado edificio y, por extensión, la cosecha del ano siguiente. La ceremonia recibía el nombre de Kuppuru, palabra que apareció entre los hebreos casi al mismo tiempo, en su día de Reparación, o Yom Kippur.

Inicialmente los romanos hacían coincidir la celebración del Año Nuevo con la llegada de la primavera y lo festejaban el 25 de marzo.



También se celebraba en Roma la resurrección de Attis. La Fiesta Hilaria o Día de la alegría.
Este día es considerado como el equinoccio de primavera. Dentro de la festividad de Attis, con las primeras luces de este día, el Archigalo anunciaba la resurrección del dios y la esperanza de salvación para sus iniciados, tras lo cual los fieles estallaban en violentas manifestaciones de júbilo.
La gente se viste con los más variopintos disfraces en una especie de carnaval. Mientras, los iniciados pertenecientes a la secta Cibeles inician una ceremonia de renacimiento y remisión de los pecados en el santuario de la Diosa, situado en la ciudad de Roma, sobre la colina Vaticana, actual emplazamiento de la basílica de San Pedro.
Attis moría por la mañana, y resucitaba por la noche; celebrándose esta resurrección el 25 de marzo, equinoccio de primavera. Y en Roma era día de verdadero carnaval, con desenfreno general, disfraces y ausencia de autoridad.

Durante la Baja Edad Media. desde el siglo XI al XIII, los británicos celebraban el Año Nuevo el 25 de marzo

La ciudad de Florencia, hasta el año 1749, siguió celebrando el día del Año Nuevo el 25 de marzo con la llegada de la primavera, como se hacía en los comienzos del período republicano. Por esta razón el 25 de Marzo de cada año, en la Iglesia de la Santissima Annunziata tiene lugar la celebración del Año Nuevo, aún si hoy los de Florencia no identifican más esta fecha con el 25 de Marzo. En este día de fiesta la plaza donde se encuentra la iglesia se llena de tenderetes de comerciantes de todo tipo y, paseando por las calles del centro, se pueden aún encontrar procesiones históricas muy encantadoras

En un tratado anónimo sobre solsticios y equinoccios se afirmo que Jesús de Nazaret fue concebido el 8 de las calendas de abril en el mes de marzo (25 de marzo), que es el día de la Pasión y de su concepción, pues fue concebido el mismo día en que murió". Si fue concebido el 25 de marzo, la celebración de su nacimiento se fijaría nueve meses después, es decir, el 25 de diciembre.
Tomado de ...